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El abastecimiento de agua a Barcelona y las comarcas de su entornoFrancesc Vilaró Rigol * *Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Presidente de Aigües Ter Llobregat (ATLL)
Descriptores: Recursos hidráulicos, Abastecimiento de agua, Planificación hidráulica, Agua, Calidad, Medio ambiente Introducción Y es que el Libro Blanco del Agua escribe que sólo la cuenca del Segura tiene un problema estructural que merezca un trasvase de otras cuencas, mientras que Cataluña tiene sólo un déficit coyuntural. Desde la Generalitat de Catalunya se ha advertido al Gobierno del Estado de la necesidad de una aportación adicional que equilibre los recursos con las demandas, y de que una aglomeración de 4,4 millones de habitantes y una actividad industrial como la catalana no puede estar sometida a continuas y frecuentes coyunturas de sequía, a la obligada sobreexplotación de ríos y de acuíferos y a los problemas de calidad y afectación al medio ambiente que ello comporta. Cuando todo esto sucede, es el momento de analizar las causas que puedan conducir a soluciones. El
ámbito El conjunto de la población abastecida es de 4,4 millones de habitantes. Fig. 1. Déficit coyuntural en el sistema Llobregat. Seis episodios de alarma en los últimos 20 años. Las comarcas suministradas por esta red regional son: Maresme Sur, Vallès Oriental, Vallès Occidental, Barcelonès, Baix Llobregat, Alt Penedès y Garraf. No es sólo éste el ámbito regional que aspira a abastecerse de los recursos disponibles del sistema Ter-Llobregat, sino también otras poblaciones y comarcas que circundan la zona y cuyos recursos tienen problemas de garantía o de calidad. La subcomarca del Mogent-Tordera, dentro de la comarca del Vallès Oriental, es decir, de Cardedeu a Sant Celoni, los municipios del Alt Maresme y Costa Brava Sur, y otros del Vallès Occidental y Oriental, como Castellar del Vallès, Sentmenat, Caldes de Montbui, Santa Eulàlia de Ronçana, Bigues i Riells, y los del Anoia desde Masquefa hasta Igualada y la cuenca de Ódena, suman una demanda latente, ya en la actualidad, que no se podrá garantizar sin aportaciones adicionales de recursos. Los recursos hidráulicos a repartir Fig. 2. Cien municipios de siete comarcas forman el ámbito de ATLL. En el futuro se prevén ampliaciones de zonas deficitarias que necesitan unirse a la red regional. Si consideramos los recursos brutos per cápita, vemos que España, con 2.910 m3/hab/año, no está en una situación de escasez. Esto podría hacer pensar que Cataluña no debería sufrir problemas, pero España no es precisamente un conjunto de vasos comunicantes, y mientras siete cuencas superan los 3.000 m3/hab/año de recursos brutos, dos territorios, Segura y las Cuencas Internas de Cataluña, no alcanzan los 500 m3/hab/año brutos, y, dentro de las Cuencas Internas, las del Centro, es decir, las comarcas del entorno de Barcelona, están con 263 m3/hab/año de recursos brutos, parecido a países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes y muy por debajo de Israel y Yemen. La mayor cantidad de recursos que alimentan la red regional y los de mayor calidad provienen de un trasvase del río Ter y son regulados por el sistema Sau-Susqueda (400 hm3). En 1958, dado que los recursos de agua subterránea y los del río Llobregat no eran suficientes para abastecer Barcelona y su llamada zona de influencia, se dispuso por ley la concesión de 8 m3/s del río Ter, caudal que debían regular el embalse de Sau (170 hm3), en construcción, que se puso en servicio en 1963, y el de Susqueda (230 hm3), que se proyectó y se puso en servicio en 1970. La distribución de caudales regulados era de 1 m3/s para Girona-Costa Brava, 3 m3/s para mantener las concesiones hidroeléctricas, que debían expropiarse por encima de dichos caudales, y que debían circular por la ciudad de Girona, cosa que implícitamente obligaba a pasar el caudal por la acequia Monar, donde estaban los saltos hidroeléctricos, dejando el río en seco; y caudales necesarios para los riegos del Bajo Ter. Barcelona y su área de influencia derivarían 8 m3/s, una vez satisfechas las demandas locales. No se consideraban, en aquel entonces, ni caudales suficientes para diluir los vertidos depurados, ni los caudales necesarios para mantener las condiciones ecológicas y medioambientales del río Ter, desde su tramo medio hasta la desembocadura. En resumen, el río Ter, en su tramo medio, perdía el 40-50% de sus caudales regulados y quedaba hipotecado el uso futuro. Pronto empezaron las reivindicaciones. El río no llevaba caudal a su paso por Girona, las poblaciones del curso medio y bajo debían aumentar el grado y el coste de tratamiento de aguas residuales, puesto que vertían a un río sin caudal suficiente, la carencia de caudales medioambientales producía problemas en la fauna del bajo Ter, salinidad por penetración marina, etc. Aunque los beneficios de este trasvase han sido cuantiosos, pues no se podría concebir el desarrollo actual de Barcelona y las comarcas de su entorno sin el trasvase del Ter, hay que pensar que, con los planteamientos actuales, hoy no sería posible y que hay que plantearse ir restituyendo estos caudales, para paliar los desequilibrios producidos en la cuenca de origen. Todo ello nos lleva a una consideración muy importante: Para plantearse un trasvase no es suficiente que existan caudales "excedentes" en la cuenca de origen. Una vez cubiertas sus demandas actuales y futuras, incluidos los umbrales medioambientales, que no se deben disminuir, ni en las más duras sequías, es preciso reservar, como garantía de futuro, un 20-30% de caudales regulados dentro de la cuenca de origen y sin adscripción a ningún uso concreto. Puede ser que los caudales "excedentes" no deban considerarse "sobrantes". Quizá parezca ésta una norma excesivamente conservadora, pero si esta norma la aplicamos a los ríos españoles, entenderemos el porqué de tanta oposición a la mayoría de los trasvases. Debemos considerar los recursos del Ter como unos recursos prestados que están siendo reclamados, no sólo por la propia cuenca, para sus usos y su medio ambiente, sino también por poblaciones deficitarias, como las de la comarca de la Selva (Santa Coloma de Farners, Lloret, Tossa, Blanes, etc.), situadas en comarcas colindantes a la cuenca del Ter. Fig. 3. Pantano de La Baells. Invierno de 1999. El Llobregat, con un volumen regulador de 220 hm3 (La Baells, Sant Ponç y Llosa del Cavall), es la segunda fuente de suministro, y las plantas del Llobregat en Abrera y Sant Joan espí (en concesión) pueden tratar hasta 7,5 m3/s. Mientras que en el Ter se deriva el agua directamente de los embalses situados en la cuenca media, el Llobregat suministra el agua circulante por el cauce del río, agua regulada en cabecera y que se ha aplicado a múltiples usos en su trayecto, como son minicentrales, y recibido vertidos de ciudades como Manresa, Olesa, Esparreguera, y ha circulado por la cuenca minera potásica y sus afloramientos salinos y arroyos salados. El sistema Ter-Llobregat podría suministrar sin fallos, es decir, con garantía acorde con la Instrucción, 280 hm3/año, pero se le está pidiendo que suministre 350 hm3/año en el ámbito descrito al principio, volúmenes que suministra sin problemas en años pluviométricamente buenos, pero con problemas en los años secos. Ello significa que existen, cada 5-6 años, coyunturas de embalses vacíos, que ponen en grave riesgo el abastecimiento a los 4,4 millones de habitantes. Las últimas situaciones extremas han sido el año 1990, en que se llegó a sólo 11 hm3 en el sistema Ter (3%), y el periodo 1999-2000, con 100 hm3 en el Ter (25%) y 50 hm3 en el Llobregat (23%). Finalmente hay que añadir que un tercio de los recursos de la zona, 175 hm3/año, que en años secos se reducen a 150 hm3/año, se obtienen directamente de pozos que captan determinados municipios. Son pozos con problemas de calidad, en muchos casos, por efectos de intrusión marina, contaminación agrícola o de otra procedencia, que en gran parte son abandonados cuando obtienen recursos de mayor calidad, como ha sucedido en el Garraf, en el Maresme y en el Vallès. Muchos de estos pozos se utilizan en el ámbito local para mezclar con el agua de mayor calidad que suministra la red regional, sacrificando así la calidad en aras de la cantidad que permita cubrir la demanda. De hecho, se trata de una demanda latente, que en cualquier momento se transformará en demanda real si la red regional dispone de recursos o de infraestructura suficiente.
La demanda
creciente La demanda a la red regional crece desde 1996 a razón de un 3% anual y el crecimiento se registra en las comarcas del cinturón de Barcelona. El crecimiento actual y el previsto en el futuro no se debe sólo al crecimiento demográfico, sino especialmente al crecimiento del ámbito y al crecimiento de la dotación per cápita, al pasar de pisos urbanos a viviendas exteriores más o menos ajardinadas. La red regional distribuye entre 325 y 350 hm3/año, mientras que el resto, 175-150 hm3/año, proviene de pozos locales. En años secos, la demanda a la red regional aumenta, ya que la mayoría de los pozos se agotan. En el futuro (2025) la ampliación del ámbito de servicio de la red regional prevé un total de cinco millones de habitantes y una demanda de 650 hm3/año. Ello supone pasar de la dotación actual per cápita de 113m3/hab y año a 130 hm3/hab y año, lo que no se trata de dotaciones exageradas sino comparables a las actuales de Madrid, Sevilla y de muchas ciudades europeas, y muy por debajo de las dotaciones americanas. Por motivos de calidad, de los que trataremos a continuación, y para evitar la sobreexplotación de ríos y acuíferos subterráneos, se deberá reducir la utilización de recursos locales 90-100 hm3/año.
La calidad
exigida Únicamente los ciudadanos que reciben agua del Ter están satisfechos plenamente con la calidad del agua que reciben y no admiten el cambio por aguas de otra procedencia (ver el caso Mollet 1999). Fig. 4. La demanda a la red regional ha pasado de 321 hm3/año a 351 hm3/año con un crecimiento de 9,35% en tres años. La exigencia de calidad la reconoce el propio Libro Blanco cuando dice que: "Estos incrementos [de demanda urbana], que en términos absolutos podrían no ser demasiado importantes en comparación con otras demandas, presentan el problema de su exigencia de calidad y su gran concentración geográfica, lo que puede dificultar la obtención de nuevos recursos, que se hallan cada vez más distantes y a menudo comprometidos." (página 373). Por otra parte, dicha exigencia de calidad ha sido reconocida por el propio MIMAM y el Gobierno al declarar de interés general el abastecimiento a Zaragoza desde el embalse de Yesa, obra que, sin contar el coste del recrecimiento de la presa, supone una inversión de 40.000 pta/hab y cuyo objetivo es suministrar a la ciudad un caudal sin el contenido de sulfatos que llevan las aguas del Ebro. El agua del Llobregat y pozos asociados, que suministran el 50% de las aguas de abastecimiento, contiene sodio y potasio (incluso después de construido el colector de salmueras para evacuar la máxima concentración posible de sal) en cantidad superior a la normativa actual, lo cual requiere una excepción especial y "temporal" de la autoridad sanitaria para continuar con el suministro de un agua que no es aceptable por su calidad organoléptica. En este sentido, y de acuerdo con la previsión del art. 3.2 del R. D. 1138/1990 (Reglamentación Técnico Sanitaria de Aguas Potables), la Autoridad Sanitaria ha tramitado y otorgado para el agua distribuida por ATLL procedente del río Llobregat una excepción correspondiente a los parámetros Na y K por un periodo máximo de cinco años, ante la imposibilidad de disponer de recursos alternativos que cumplieran la reglamentación sanitaria mencionada.
Fig. 5. Estudio comparativo de la calidad del agua. Conductividad, cloruros, sodio, potasio, son los principales problemas de calidad del Llobregat. Igualmente hay que eliminar, como recursos útiles para abastecimiento, las aguas subterráneas, con límites altísimos de nitratos, como reconoce el propio Libro Blanco, en las comarcas del Besòs y del Maresme (página 313), o aquellas que contienen sal por intrusión marina en la comarca costera del Garraf y que recientemente han sido substituidas por aguas del río Llobregat, tratadas por ATLL en la planta potabilizadora de Abrera. Aquí deberíamos añadir los problemas que en periodos de aguas bajas del río causa la geosmina, un componente orgánico que da sabor y olor desagradable, o también los problemas causados por hierro y manganeso en las aguas subterráneas. No se trata, pues, de problemas de contaminación urbana o industrial, puesto que administrativamente desde 1981 existe una Junta de Saneamiento, se cobran cánones importantes para depuración, se han construido más de 200 plantas de depuración y podría decirse que se cumple con la norma comunitaria de que el agua paga lo que cuesta, y ello se aplica exhaustivamente a la calidad de las aguas, pero existen contaminaciones naturales, por las circunstancias geológicas de la cuenca, que no pueden ser eliminadas por el colector de salmueras y otras que, por tratarse de aguas subterráneas próximas al mar, son de difícil restauración. El Plan de Saneamiento de la Generalitat ha actuado y está actuando intensamente, depurando las aguas que vierten al Llobregat, y existe un colector de salmueras que elimina la sal que genera la cuenca potásica que geológicamente produce la contaminación salina del río Llobregat y de su afluente el Cardener, y a pesar de todo ello, y a pesar de que las aguas residuales depuren el 90% o el 95% de la carga contaminante, la intensa actividad y concentración de población e industria de la cuenca hacen imposible que el Llobregat, un río con caudales mínimos que pueden descender a menos de 1 m3/s, en la toma de Abrera, pueda alcanzar niveles de calidad, excepto en el caso de aceptar agua reutilizada al 100% en la red de abastecimiento, límite al que no debemos aspirar. Es, pues, importantísimo considerar que un alto porcentaje de las aguas que se usan actualmente para abastecimiento deberían mejorar su calidad. Ya en la actualidad para garantizar un abastecimiento de calidad deberían importarse 175 hm3/año, 75 hm3/año para sustituir aguas subterráneas y 100 hm3/año para reemplazar aguas del río Llobregat.
El medio ambiente
castigado Está claro que cuando se redactó el Plan Hidrológico de las Cuencas Internas de Cataluña no se consideraron requerimientos ambientales de este orden de magnitud, especialmente al valorar la situación inicial (1992). En el momento actual la reserva ambiental se ha situado como demanda prioritaria con cifras de 3 m3/s en el Ter y en el Llobregat, aún por debajo del 20% de los recursos naturales que considera el Libro Blanco. Aun así, es prácticamente imposible mantener estos umbrales de explotación en los años secos, que se repiten con frecuencias inferiores a 10 años, y su consecuencia es una grave sobreexplotación del río. Fig. 6. Embalse de Sau. Invierno de 1999. En Girona se derivan 3 m3/s por la acequia Monar y para alimentar el río Onyar, que circula por el centro de la ciudad. Ello hace que un tramo del Ter esté seco casi permanentemente. Esta derivación por canales de minicentrales hace que muchos tramos de los ríos Ter y Llobregat permanezcan secos gran parte del año, lo cual obligará a mantener más caudales fluyentes, si no se quieren expropiar las centrales existentes, o por lo menos la producción generada con caudales inferiores a 3 m3/s. Todo ello obligará naturalmente a revisar a la baja los recursos disponibles, por debajo de los previstos en el Plan Hidrológico de las Cuencas Internas de Cataluña y cuya confirmación es la situación actual de sequía que padecemos. Actualmente la falta de recursos disponibles en años secos comporta satisfacer la demanda a costa de la sobreexplotación de ríos y acuíferos, en detrimento de la calidad y del medio ambiente.
Gestionar la
escasez no es un fin Se ha visto que en la actualidad el sistema Ter-Llobregat sólo puede dar garantía total a una demanda de 280 hm3/año, de los 325 hm3/año que se le piden al sistema, y que si aunamos los problemas de calidad y el umbral medio ambiente que limita la explotación de un río, necesitaríamos importar en la actualidad 175 hm3/año para equilibrar los recursos y las demandas actuales, mientras que en el futuro la cifra de recursos importados alcanzaría una cifra análoga de 325 hm3/año, que añadida a los 325 hm3/año de recursos locales de calidad y garantía, cubrirían la demanda futura prevista de 650 hm3/año.
Fig. 7. El agua servida por la red regional es de 325 hm3/año, que se complementan con aguas subterráneas (175 hm3/año) de pozos privados. Para garantizar el servicio en calidad y cantidad, incluso en periodos secos, debería completarse con 175 hm3/año de recursos adicionales. Si se considera el crecimiento futuro de la demanda, la aportación adicional debería llegar a 325 hm3/año. Los dos aspectos –infraestructuras y gestión de los recursos– son complementarios, como apunta el propio Libro Blanco (Documento de Síntesis –D.S.–, página 12): "Debe huirse, en cualquier caso, de la falsa y vana confrontación entre conservación del agua y nueva infraestructura. Este debate no ha de plantearse, en ningún modo, como dilema, puesto que la realización de nuevas infraestructuras de suministro y las actuaciones de gestión y conservación del agua constituyen medidas complementarias. Como tales, su correcto tratamiento requiere que se consideren de forma coordinada y conjunta." La demanda actual urbana e industrial no se puede asegurar con los recursos disponibles. No se trata de demostrar aquí si la garantía es del 0% (déficit permanente o estructural) o del 80, 90 o 95% (déficit coyuntural). Para un abastecimiento a una región de 4,4 millones de habitantes la garantía debe ser del 100%, o cumplir los criterios de vulnerabilidad de UTAH, o similares, para que en los casos más extremos no se puedan producir problemas de abastecimiento, ni siquiera se produzcan alarmas periódicas con excesiva frecuencia. En este sentido, basta recordar el planteamiento del propio D.S. (p. 3): "la garantía requiere necesariamente un suministro de calidad, estable y garantizado." Define el Libro Blanco cuándo se produce escasez de tipo estructural: "… escasez de tipo estructural, es decir, el recurso potencial incluyendo desalación y transferencia, es sistemáticamente inferior en el ámbito de consumo que se pretende alcanzar" (Documento de Síntesis, página 17). Pues bien, en el sistema de explotación de cuencas del Centro, existe un déficit sistemático no sólo para el "nivel de consumo que se pretende alcanzar" sino para el nivel actual. Ya ahora existe transferencia, desde la cuenca del Ter de 8 m3/s, y representa casi el 50% de los recursos utilizados para abastecimiento e industria. Se utilizan exhaustivamente las aguas subterráneas, se reutilizan los vertidos al Llobregat de las poblaciones aguas arriba (no existe una demanda de riego agrícola para poder alcanzar un nivel importante de reutilización directa, pues la demanda de agua de riego agrícola es pequeña) y, finalmente, si bien se experimenta en el ámbito de planta piloto la desalinización de aguas salobres del río Llobregat, no se ha previsto la desalinización de agua de mar, puesto que existen fuentes alternativas de mejor calidad y económicamente más favorables. Aun cumpliendo todas las condiciones para aumentar los recursos disponibles no se puede garantizar el servicio y repetitivamente los embalses se vacían y obligan a restringir los desembalses, como sucede en la actualidad. No se trata de solucionar los problemas de crecimiento futuro, sino de resolver aquellos que plantea el abastecimiento actual. Lógicamente, la solución a los problemas actuales deberá poder resolver los que puedan plantearse en un futuro próximo, pues sería irresponsable lo contrario. Si el criterio básico de la explotación de recursos es la sostenibilidad debemos señalar que la sobreexplotación no es sostenible, como no lo es moverse dentro de unas garantías de servicio tan frágiles. Dice el Libro Blanco (página 855 y siguientes): "… los territorios que se definen a continuación como deficitarios son aquellos que resultan ser tales aun en la hipótesis teórica extrema de aprovechamiento exhaustivo, ahorro, regulación absoluta de todos los recursos existentes y optimización de la gestión del sistema." En nuestro caso se ha visto que aun en la actualidad existen déficit, a pesar del aprovechamiento exhaustivo, alcanzando niveles claros de sobreexplotación, y de que se ha optimizado la gestión a través de una empresa pública que realiza el abastecimiento en alta a ocho comarcas, utilizando el más moderno sistema de control centralizado, para optimizar el uso del recurso, aspecto de mejora de la gestión al que más adelante se hará una referencia detallada. Se ha realizado la regulación máxima posible en las cuencas de los ríos Ter y Llobregat, con transferencia de recursos del Ter y la construcción terminada de la última presa posible en la cuenca del Llobregat, la Llosa del Cavall, en el río Cardener. Ahorro y reutilización Los estudios sobre el ahorro de agua y la reutilización y los resultados en el momento actual servirán para gestionar mejor la demanda, pero, lamentablemente, no aportarán una solución al problema. La campaña de ahorro del año 1999 consiguió un 6,3% de ahorro durante el mes de abril en las zonas de población más densa, pero en conjunto no superó el 2,3% y se relajó rápidamente cuando la campaña fue menos intensa. De 1992 a 1997 el ICAEN (Institut Català d’Energia) ha auditado 415 industrias con un potencial de ahorro de 23 hm3/año; las 224 industrias acogidas han ahorrado 7 hm3/año con un coste total de 3.500 millones de pesetas. Ello indica dos cosas: que no se ha descuidado la posibilidad de trabajar para el ahorro de agua y que ahorrar tiene costos importantes. De 1996 a 1999 la demanda a la red regional ha aumentado un 3% anual. En el futuro el ahorro será más difícil y más caro. No es lo mismo ahorrar cuando se parte de una dotación de 256 m3/hab y año (California) que de 113 m3/hab y año (entorno de Barcelona). Tampoco puede asegurarse el comportamiento público frente a una campaña de ahorro. Modificar las instalaciones domésticas podría costar unos 100.000 Mpta (50.000 pta/abonado x 2.000.000 abonados). Las pérdidas de distribución urbana (23%) se deben desglosar en 15% de caudales no facturados pero recibidos por el consumidor y un 8% de pérdidas reales. Este 8% es muy difícil y caro de reducir. En Madrid (Canal de Isabel ii) las pérdidas de distribución son del 26% (no facturadas: 13,4%, pérdidas: 12,6%) y 3.500 roturas/año. Madrid prevé renovar la red en 20 años, con un coste de 4.500 millones de pesetas por año. La reutilización existe. Muchas depuradoras incorporan al río el 100% de sus efluentes (Manresa) y otras riegan campos de golf (Martorell) o cultivos. Durante el verano de 1999 se ha empezado a enviar agua de la planta de Sant Feliu al Canal de la Derecha del Llobregat (150 l/s). Hay que descartar la reutilización de las aguas residuales para incorporar a las redes de abastecimiento, por muy sofisticados tratamientos que se puedan imaginar. Sólo hay que recordar el rechazo público en un caso con la frase: "del WC al grifo, no, gracias." En lo que se refiere a la utilización para riego agrícola hay que advertir que el agua procedente de reutilización es de baja calidad, con una salinidad alta y que precisa un control sanitario muy estricto. No puede tocar directamente los alimentos que riega. El contenido en amonio puede afectar negativamente la fauna piscícola de los canales de riego y lagunas. La demanda de este tipo de agua en esta zona será siempre baja (no más de 20-30 hm3/año), ya que no hay grandes extensiones de riego que puedan admitirla y la industria que extrae agua de poca calidad en pozos, para refrigeración, será difícil que la acepte. Otro aspecto es su utilización para complementar caudales ecológicos en los ríos y el riego de zonas de recreo, campos de golf, parques, etc., todo ello son usos de gran interés y sobre los que hay que trabajar, pero esto no libera caudales útiles para las redes de abastecimiento. Las soluciones de ahorro y de reutilización son insuficientes para solucionar el balance recursos/demandas y no mejoran los problemas de calidad y de afección ambiental. No son sostenibles, como creadoras de nuevos recursos, pero en cambio, son aconsejables para optimizar la gestión. Desalación La implantación física de grandes plantas desaladoras en la franja litoral tendría un impacto ambiental difícilmente compatible con la recuperación de la costa que se ha realizado en los últimos años, y con las actividades turísticas y de ocio. El gasto energético de las plantas desalinizadoras es muy importante, superior en más del doble a cualquier alternativa de aportación de agua de otras cuencas. Evidentemente, para producir la energía eléctrica necesaria, harían falta centrales energéticas, que en el caso de que se sitúen junto a las plantas desalinizadoras empeorarían aún más el impacto comentado en el punto anterior. El proceso de desalinización se realiza en la franja litoral y a nivel del mar. Posteriormente, el agua resultante debe ser transportada y elevada hasta la red regional que ha de suministrar el agua a los depósitos de los municipios que están situados a una cota más elevada, para poder servir a todos los usuarios. Además, la mayor parte de los municipios no están en primera línea de mar. La consecuencia de todo lo anterior es que la solución de la desalinización requiere, además de la planta desaladora, la construcción de grandes tuberías de transporte hacia el interior del área de Barcelona, atravesando las zonas más urbanizadas, y también la construcción de estaciones de bombeo para elevar el agua. Está claro que estos bombeos tendrían un consumo energético muy importante. El coste estricto de la desalación de agua de mar es mucho más grande que el primer año de funcionamiento de la infraestructura de un acueducto, pero a este valor hay que añadir el coste de las infraestructuras de transporte y de bombeo hasta el origen de la red de distribución. Además, el coste de desalación es constante durante toda la vida de la infraestructura, que es muy corta y debe reponerse cada pocos años, mientras que el coste a través de un acueducto es decreciente. Deberíamos contar 150 pta/m3 para agua desalada, mientras que el coste del agua de un trasvase puede costar 80 pta/m3 los 25 primeros años y la mitad a partir de los 25. Los créditos se amortizan y los tubos quedan. Es importante destacar que no hay ninguna instalación de desalación como la que sería necesaria en el caso de las comarcas del entorno de Barcelona, existiendo aguas superficiales de calidad a una distancia razonable. El coste del agua desalada acostumbra a estar, en muchos casos, enmascarado entre subvenciones y beneficios cruzados con otros productos, en especial la energía. En España, después de largas discusiones, se ha llegado a determinar cuál es el coste verdadero de todos los consumos (energía, personal, productos químicos y otros) y la amortización correspondiente: el coste real oscila sobre las 100 pta/m3, para instalaciones de gran tamaño (más de 50.000 m3/día). Esta cifra se puede incrementar en las plantas más pequeñas por el efecto de la economía de escala. (M. Torres-Cedex, 1999). Una correcta distribución de los costes parciales sería: 42% amortización, 45% energía y 13% personal, productos químicos y otros. Un país sin
rogativas La abundancia de agua es calidad de vida y ayuda a preservar el medio ambiente. Proporcionar una disponibilidad suficiente y garantizar la calidad es un objetivo prioritario, a la vez que disponer de ríos con agua circulante, vida acuática, bosques de ribera y paisajes naturales para disfrutarlos, a ello se unirían unos acuíferos con recursos superiores a las demandas, sin sobreexplotación. Alcanzar una situación sostenible, y a partir de aquí sería mucho más fácil realizar una gestión modélica. Todo ello sólo es posible con aportaciones externas al ámbito de las Cuencas Internas de Cataluña. Soluciones existen al sur, al oeste y al norte y tienen valorados sus aspectos técnicos, económicos y jurídicos. Hay que debatir aspectos políticos y sociales para llegar a la solución óptima. Apostar por soluciones externas no es una fórmula inviable, ni contraria a la planificación general, ello lo reconoce el propio Libro Blanco cuando en la página 42 dice "… no quiere decir que la solución a las descompensaciones existentes deba siempre buscarse en el propio ámbito de cada Plan, puesto que pueden existir soluciones más adecuadas, basadas en el empleo de recursos procedentes de sistemas de otros ámbitos, que se hallen más próximos o en los que el nivel de utilización potencial sea menor." Finalmente, no podemos olvidar un modelo que tenemos muy cerca y es un ejemplo a considerar: la aportación de los canales del Ebro a Tarragona. Se ha pasado de una situación de restricciones casi permanentes, con pocas horas de agua en Reus y agua salada en las redes de Tarragona y Salou, a una situación de abastecimiento garantizado a las poblaciones y a la industria química y petroquímica, que llegó a importar barcos de agua en la situación anterior. La comarca del Tarragonès ha alcanzado el mayor nivel de inversiones, tanto en nuevas industrias como en ampliaciones, que de otro modo habrían buscado otros emplazamientos. El parque temático Universal Port Aventura, motor de la actividad turística, es un ejemplo de lo que no se habría podido llevar a cabo sin agua. En el aspecto medioambiental, cabe señalar que la sobreexplotación de acuíferos provocada por la excesiva demanda, ha cesado, recuperándose la calidad y los niveles de los acuíferos costeros, que han pasado de tener entre 1.000 y 5.000 ppm de cloruros, a una situación general menor de 500 ppm, con dedicación preferente a la agricultura. Los niveles piezométricos han pasado de perder seis metros por año en algunos puntos, a ganar ocho metros por año. Finalmente, y gracias a la evolución del precio del dinero y la amortización de algunos créditos, la tarifa media en alta ha pasado de 82,6 ptas/m3 en 1990, a 47,7 ptas/m3 en 1999. Conclusión No tomar ninguna decisión es también una opción, probablemente la peor.n
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